Mi primera lesión
Después de haberos explicado la experiencia que tuve en la Federación Catalana de Joaquim Blume, entenderéis lo que ahora os voy a contar. Ese verano fue como muchos anteriores, relajarse era lo principal, pero además preparar el nuevo año, otra vez en Rubí. Tuve tiempo para pensar y valorar todo lo que había perdido y lo ganado. Empezó la temporada y con ello los nuevos propósitos. Apuntarme de nuevo al club de voleibol de Rubí, renovar amistades del instituto, el funcionamiento de todo y la cantidad de tiempo que iba a tener a partir de ahora, por una parte era una alegría, pero a la vez, me sentía desorientada.
Así empezó ya el curso 2001/2002 apuntada en el club de voleibol en la categoría de senior y entrar al instituto recordando compañeros, clases y profesores, todo nuevo pero con un grato recibimiento que no esperaba. No estaba con los mismos compañeros pero sí los conocía, los profesores habían cambiado. Concretamente el profesor de gimnasia era uno de ellos; emocionado por mi historia, en algunas clases conseguía convencerle para que practicáramos el voleibol.
Mi vida había cambiado notablemente, el deporte se convertía en algo secundario, algo que tampoco me hacía sentir cómoda. Para mis amistades el deporte no era su prioridad, así que para ello sólo tenía el voleibol o los fines de semana que yo hacía mis propios entrenos aparte de los partidos oportunos. Con mis amistades tenía mis salidas al cine o alguna otra actividad.
Parecía que nada podía ir mal, todo había cambiado, pero me costó amoldarme y hacerme con esta vida tan relajada, en comparación a lo que yo había vivido. Pero no todo podía continuar así. Un día las cosas cambiaron: empezó con normalidad, ir al instituto, ese día había gimnasia, con lo que yo encantada. La clase estaba orientada a la práctica de balonmano, con lo que no me veía muy suelta, pero el profesor lo veía bastante parecido al voleibol (sin ofender a los que lo practican), por la razón de saltar para coger la pelota, para el lanzamiento o la recepción. Sigo pensando que no la había, pero en la muestra quiso utilizar un salto que se hace con voleibol que son tres pasos hacia delante con un salto final. En el voleibol se llama ataque y en balonmano lo quiso hacer servir para robar el balón en alto, algo que me costó caro. Lo demostré varias veces, todo bien, él la lanzaba y yo tenía que robarla antes de que otro compañero la cogiera en lo más alto y lo más rápido posible. En las pruebas y diferentes recepciones lo hice bien y todo salió bien, nos pusimos en marcha, el partido comenzaba, hasta que hice un salto a lo alto para coger la pelota, había saltado bien alto, tenía la pelota en mis manos, hasta que mis pies llegaron al suelo e internamente sentí como el desgarre de una camiseta, un dolor que jamás había ni he sentido, un dolor que me quitó hasta la respiración (y que ahora explicándoos recuerdo y me estremece). Entraba y ponía mi pierna izquierda en serios problemas, caí al suelo y no podía ni describir ese dolor. Entre compañeros y profesor me llevaban a recepción para llevarme corriendo al médico, cuando llamamos a mis padres y me escucharon hablar, sabían que esto era muy serio, que tenía mucho dolor y esto no era un simple esguince. Fui de urgencias, sin poderme quitar siquiera la bamba, al llegar cortaron los cordones de lo que se me había hinchado, no se podía hacer ni la radiografía, estaba claro que algo roto había. Aquí empezó mi mala recuperación de algo de lo que aún hoy hay secuelas. Me enyesaron el pie y después de 15 días tendría revisión, lo pasé fatal, no podía ni dormir porque al bajar la inflamación mi pie estaba morado y se movía dentro de la escayola. Cuando me lo revisaron en otro especialista en traumatología, vieron que tenía ligamento interno y externo del pie izquierdo rotos, me pusieron un vendaje compresivo y a los 15 días más (un total de 1 mes) ya me pusieron la bota de ortopedia, que te inmoviliza el pie. No lo apoyas, queda sujeto pero al menos puedes ir con las muletas y hasta llegar a apoyar la bota en el suelo sin sentir que tu pie pisa el suelo. Fue una solución porque estuve 9 meses con esa bota, tenía 15 años, a punto de cumplir los 16, era una chica deportista y tenía que ir a clase. Imaginaros cómo cambió mi vida, me veía inmovilizada por un simple salto en alto, algo que para mí había sido como caminar. Fue frustrante, doloroso, desorientador, desmotivador, una dura jugada que me veía sin fuerzas para afrontar. Pero entonces mi traumatólogo me dijo: “no puedes bajar la guardia, eres joven para operarte y deportista, si te dedicas y te cuidas de tener una buena rehabilitación, conseguirás recuperarte si tú quieres”. Eso hizo que me lo pensara, que meditara y que cogiera con fuerza esta situación y que si tenía que luchar por mi recuperación era por lo que tenía que luchar, con ello tuve que ponerme seria y ver las cosas de otra forma y a por todas. Recordé las situaciones por las que había pasado y no podía bajar la guardia.
Pasó el año y algo mejoré y no me tuve que operar, pude volver hacer deporte, intenté con el voleibol y eso fue lo que perdí, la confianza al saltar, la fuerza de mis piernas, la lesión me había hecho cambiar la forma de vivir este deporte, ya no podía ir con todas mis fuerzas, tenía que ir a medio gas y eso en mi personalidad es difícil, pero hay que aprender a superar las situaciones que la vida te ofrece. Hoy por hoy no es que me limite la movilidad de este pie, pero sí que quedó una secuela y con la que tengo que tener mucho cuidado a la hora de hacer deporte. Sin ir más lejos he estado haciendo este blog desde el sofá de mi casa, porque hice la carrera Spartan Race Sprint con un esguince de 2º grado, nada más empezar resbalé y me torcí el pie en los primeros metros. Aguanté la carrera sabiendo que me había hecho daño, pasé el sábado pero el domingo tuve que ir al médico con lo que salí con el pie inmovilizado. Qué se le va hacer, volveré a las andadas después de mi recuperación, tengo mis propósitos y espero que no sea lo que me paralice por mucho tiempo más. Las muletas ya están guardadas y esta semana ya empiezo a caminar con un poco de normalidad, ya mismo empiezo a hacer ejercicios para reforzar y volver a hacer lo que tanto me gusta, deporte.