Jiu-Jitsu brasileño
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«Esta semana os hablaremos del Jiu-Jitsu brasileño o BJJ: Se trata de un arte marcial y deporte de combate cuyos origines se remontan al Japón feudal y al tipo de lucha que utilizaban los samuráis para sus enfrentamientos cuerpo a cuerpo, priorizando el uso de proyecciones, luxaciones y estrangulaciones, dado que sus adversarios solían ir ataviados con armaduras, cosa que reducía bastante la eficacia de las técnicas de golpeo.
Con la modernización de Japón al final del siglo XIX y la prohibición del uso de armas, las escuelas de Jiu-Jitsu empezaron a decaer. En ese momento, Jigoro Kano, un profesor de educación física, fundó lo que hoy conocemos como Judo, basándose en sus conocimientos previos de Jiu-Jitsu.
A principios del siglo XX, varios maestros de Judo emigraron del Japón para transmitir sus conocimientos en otros continentes. Uno de ellos fue Mitsuyo Maeda, quien llegó en 1914 a Brasil, donde enseñó a los hijos de Gastâo Gracie el arte marcial conocido como Kano Jiu-Jitsu (Judo).
En 1925 se inauguró la primera academia Gracie Jiu-Jitsu, donde los hijos de Gastâo, Carlos y Helio Gracie, adaptaron perfectamente las técnicas aprendidas a sus condiciones físicas (eran pequeños y delgados). La idea principal tras el sistema que enseñaban era que cualquier persona podía defenderse de otra de mayor fuerza y tamaño con el uso de la técnica para llevarla al suelo y aplicarle una técnica de sumisión (luxación, estrangulación, presión o estiramiento).
No fue hasta mediados de los años 90 cuando el BJJ o Gracie Jiu-Jitsu empezó a hacerse popular a nivel mundial gracias al torneo de artes marciales mixtas (MMA) llamado UFC (Ultimate Fighting Championship), donde uno de los hijos de Helio, Royce Gracie, ganó tres de las primeras cuatro ediciones. Royce se enfrentó y venció a especialistas de multitud de artes marciales y deportes de contacto, demostrando la efectividad de su sistema.
Actualmente el BJJ se practica en todo el mundo como método de defensa personal pero sobre todo como deporte de combate. Tiene sus propias federaciones, multitud de competiciones y cada vez más practicantes, que esperan que su deporte entre a formar parte algún día de los Juegos Olímpicos.
Lo que os explico ahora es como yo, Rogent, conocí el BJJ, como me enamoré de él y como sigo practicándolo y dando clases a día de hoy:
Corría el año 2002. En esa época yo estudiaba los últimos años de mi carrera en “Ciencias de la Actividad Física y el Deporte” en el INEFC de Barcelona. Al mismo tiempo, seguía entrenando Karate como había hecho desde pequeño y hacía mis primeros pinitos como judoka aficionado en la asignatura de Judo de la carrera.
Un compañero de los entrenos de Karate me pasó una cinta VHS del UFC 1, donde se veía a Royce Gracie deshacerse de sus adversarios con relativa facilidad a pesar de su constitución poco atlética. Podría decir que ese fue el detonante de mi interés por el BJJ.
Poco después, por Barcelona aparecieron unos carteles en que Robin Gracie, el hermano menor de Royce, desafiaba a quien quisiera a luchar contra él ofreciendo un importante premio en metálico por la victoria.
Al ver los carteles de Robin por Barcelona, decidí acercarme a su academia a pedir información y enseguida me puse a entrenar. Y ahí empezó mi historia de amor con el Jiu-Jitsu. Seguí entrenando, compitiendo e intentando aprender todo lo posible. Llegué a ser campeón de España en varias ocasiones, tercer clasificado en el mundial del 2005 en la categoría de cinturón morado, campeón de Europa en cinturón marrón en el 2009, año en que conseguí mi deseado cinturón negro de manos de mi maestro Robin Gracie.
Cuando todavía era cinturón morado (en BJJ los cinturones son blanco, azul, morado, marrón y negro), me surgió la oportunidad de empezar a dar clases en un gimnasio de Terrassa. Desde entonces y hasta ahora he seguido enseñando todo lo que sé y todo lo que sigo aprendiendo día a día, a los alumnos que he ido teniendo a lo largo de los años. Entre estos alumnos, se encuentra Anuska, que decidió probar el BJJ para conocer de cerca una de mis pasiones.
Para mí, el Jiu-Jitsu brasileño representa una manera súper divertida y emocionante de aprender a defenderse y mantenerse en una buena forma física y mental (trabaja la memoria, estrategia, concentración…). Además fomenta valores importantes para el día a día como la paciencia, la disciplina, la perseverancia, el coraje y el compañerismo entre otros.
Por último, os quería hacer una recomendación: si tenéis la oportunidad de probar alguna clase de BJJ, hacedlo, no os arrepentiréis, os lo garantizo.»